lunes, 16 de septiembre de 2013

INSUFICIENTE





Teníamos un mundo por delante esperanzado,
un enigma a punto de abrir sus alas
y ocultarse tras el horizonte.
Todo eso, no bastaba,  aún  era insuficiente,
la incertidumbre reina del desacuerdo
mostró sus ambages,  sus afanes.
Las palabras mágicas no estallaban en la boca
no hacían nidos en las conciencias,
no provocaron, se quedaban muertas
embebidas en su propio ácido.

Teníamos el amor en una esfera de cristal,
circulando a nuestro alrededor en busca de un espacio,
una palabra cálida salida en pos de la sílaba reconciliación,
pero esa letra  no existía engarzada por espinas y  ortigas
se encontraba maniatada en el fondo del olvido.
Y teníamos que lidiar  noche tras noche, día tras día, con una palabra
desaparecida en algún rincón, una metáfora desarticulada
que nos  bizqueó su ojo en agonía.

¿Y el amor, dónde yacía, cuál era su sino?
Desde lejos en un telégrafo desangrado
suplicaba por la rápida solución a sus dolencias,
sus heridas  se multiplicaron en abandono.
Insuficiente era todo ese alboroto
de frases en discordia y arrebato.
Carente de fuego arrollador se balanceaban
sentimientos en la gélida hoguera del rencor y la insolencia.
¿Qué hacer, cómo escuchar, sin ser  jueces ni acusados?
soltar el látigo y las cadenas,  presumir que todo en el instante
está vacío, esperando revivir lo moribundo,
mas, no es así, no hubo solución, sólo una esperanza
desvanecida antes  del intento.

Ya nada teníamos, un pasado manuscrito en sepia
que  se quedó dormido en el libro de la  vida.
Todo fue insuficiente, las miradas, las manos,
el mudo ruego, las lágrimas ahogadas en desdicha.

De verdad, todo fue insuficiente…




domingo, 1 de septiembre de 2013

EL GOTEO




Has estado escribiendo toda la tarde la crónica esa para la gaceta en donde trabajas, pero hace rato que algo molesta tu atención, un ruido como de una gota de agua al caer. Piensas que Luis no cerró bien la llave del lavamanos. Le gritas desde tu lugar que por favor, cierre la llave y  sigues en lo tuyo. Han pasado  diez minutos y aún persiste ese ruidito. Te levantas enojado para ir  a recriminar a tu amigo. Antes, miras la hora, son las  19 pm., tiempo de comer, te dices. Recuerdas que Luis hace poco te habló desde el pasillo, dijo algo como que luego me iré a la reunión, pero tú no le respondiste concentrado en tu trabajo. Ahora es tu turno  de sacarlo de sus casillas, le dirás que por centésima vez debe cerrar bien las llaves, que es muy molesto el ruido y no te deja concentrar.
Rápido te diriges a su cuarto, sin embargo Luis no está allí. Intrigado vas hacia la cocina, la luz está prendida. Ah, piensas, de seguro que  está cenando sin invitarme,  cretino, come solo, claro,  se come mis cosas. Entras en el cuarto, hay  un emparedado sobre la mesa y una bebida. Luis, llamas, ¿en dónde te has metido?
Pones atención pero sólo escuchas el goteo  en el baño al fondo del pasillo. Entonces, vuelves a nombrarlo, Luis ¿qué haces? Sigue el goteo, con pasos firmes te diriges ahora al baño y  golpeas la puerta. Luis abre, ¿no escuchas hombre? Con un impulso abres la puerta que no está cerrada y lo que ves te  golpea la vista. Luis está inmóvil en la bañera con un brazo colgado del que gotea la sangre, haciendo ese sonido sobre la baldosa. Luis, gritas espantado, vas hacia él y le revisas por si aún tiene signos vitales. Exclamas alarmado, Luis ¿qué has hecho, cómo y por qué? No lo puedes creer, es imposible, tu amigo es una persona muy seria,  nunca haría algo tan horrendo. Tratas de levantarlo y sacarlo de la tina. Tomas una toalla y le vendas  las muñecas. Sientes el timbre de la puerta.
Gritas, ¡ayuda por favor!, dejas a tu amigo sobre  la baldosa y corres hacia la puerta. Aterrorizado y con el rostro desencajado, abres de sopetón y  ¿adivina quien está allí? Pues nada menos que tu amigo Luis con la bolsa del pan. Lo miras, lo tocas, las palabras se han escapado de tus labios y estás a apunto de desmayarte. Luis te afirma y tú en un esfuerzo supremo, lo llevas hacia el baño. Entonces, piensas ¿quién  diablos está allí tan parecido a Luis? Mas,  cuando entran  no hay nada, está todo en orden. Le cuentas a tu amigo y él se ríe, debes haberte dormido, le dice. Toman onces y luego  Luis se va a su reunión. Tú te quedas frente a tu computador para continuar con tu  crónica y en ese instante, comienza de nuevo, el goteo en el baño...