jueves, 15 de octubre de 2015

EL OGRO



No me deja escuchar mi música, es un ogro. ¡Déjame en paz! le dije. Pero él como si nada, se llevó la radio y quedé en el silencio abismal de un grito de enojo, que  no salió, perdido en el laberinto del miedo. ¡Ogro¡, ¡ogro!, pensé, algún día seré grande y te mataré. Las palabras se enraizaron en mi boca, sus largas raíces llegaron muy lejos alcanzando vendavales y tormentas. Ogro, le decía cuando en medio de mi entusiasmo cortaba mis alas y me hundía en la desidia. Entonces crecía en rencor como mala yerba e invadió mis sentidos y se hizo más imperioso mi crecimiento. “Cuando sea grande ya verás lo que te espera”. Obviamente él ogro incrementaba la flama, atizaba mi odio al extremo que salían chispas de mis ojos.
Así fue que crecí retorcido y rebelde, rodeado de mala voluntad y desatino, vestido de palabrotas y golpes desmerecidos.

Y un día nos enfrentamos el ogro y yo, nos miramos de arriba abajo, me pareció más pequeño, el armatoste que tuvo, había disminuido, sus ojos parecían apagados y sin brillo, era un jirón arruinado por el cigarrillo y el vino, igual me desafió, tenía que ser, palabras de ogros no se pueden cambiar. Me dio lástima, y le di ventaja que me matara primero, después lo haría yo.

            Esta historia la escribió un muerto, yo sólo la guardé para los vivos…






jueves, 1 de octubre de 2015

TIEMPO DE PRIMAVERA


La primavera abre su boca florida,
llena el aire de trinos y néctar.

Me sacudo ese largo invierno que colmó
de oscuridad mi terrible laberinto.
El viento pasa y silva extraña melodía cual
reconocimiento a  tan larga espera.
Salgo a caminar bajo suave y tibia  llovizna,
acaricia mis rostro y besa mis labios.

Debo despertar, lo anuncian las aves en vuelo
y tú aún no llegas,
te busco entre los helechos,
pequeños recuerdos escondidos entre la hierba,
prendidos a la memoria del tiempo
después de deshojar los nidos vacíos.

Voy por las mismas huellas sembrando pétalos con tu nombre,
Señuelos de colores escapan en un mudo revolotear,
Forman un arco iris al final del camino.
Una  densa columna de pájaros se refugia entre el follaje
cuchichean inverosímiles historias,
y te pido como si estuvieras  aquí,
acompáñame,
el camino se bifurca ante mis ojos
y solitaria voy  por tu fresca huella en la inmensidad
de la nada
Hazte visible,
mientras en el cielo aparece un arcoíris,
derrama sus colores más allá del horizonte.

Vamos, pequeño príncipe, acompáñame
en esta húmeda  primavera llorona,
no deja de verter sus lágrimas en tu ausencia,
sabe que no volverás, mas es insoportable asimilarlo
la esperanza se aquieta en el hueco profundo de mi pecho.

Tal vez en este largo camino que se dispara hacia mañana,
pueda comprender tu silencio,
tu pronta partida sin retorno.
Ahora la primavera abre sus ojos llorosos
y sopla su aliento tibio sobre los jazmines,
te imagino surcando el cielo, pintando nubes viajeras,
llenando el aire de coloridos pétalos.

Vamos, pequeño príncipe, acompáñame
con tu dulce susurro
por el florido sendero en primavera.