viernes, 15 de abril de 2016

EL LIBRO



I LA TIENDA
( Primer capítulo de la novela "El Libro")

Me encontré a boca de jarro con un libro. Me miró fijamente, tanto que me sentí como hipnotizada. Pronto reaccioné, bajé la vista y me dispuse  seguir mi camino.
Pero algo me detuvo, no sé si fue una extraña voz, o el viento que susurró en mi oído, lo cierto es que no pude mover mis pies de enfrente  de esa vitrina. Claramente llegó a mi entendimiento la palabra cómprame. Al comienzo me asusté mucho, pensé que  era el sol que me hacía desvariar, pero lo escuché dos veces más y fue claro,  salía del libro. Mis ojos estaban clavados en él, y podía percibir  que sus páginas se movían como si una suave brisa  las ondulaba para mi sorpresa. Entré a la tienda, aturdida aún por el suceso, todo estaba oscuro pues me había encandilado la luz del sol sobre la vitrina.
El tendero me miró con curiosidad y preguntó en que podía servirme, era una tienda bazar de antigüedades y libros usados por eso le había intrigado que una niña de doce años se interesara en su negocio.
Titubeé al señalar  ese libro en su vitrina. ¿Ese libro tan viejo te gusta?, preguntó. No supe qué contestar sólo le  di una pequeña sonrisa. El señor fue hasta allí y abrió la ventana con una llave que tenía en un enorme llavero. Él sonriendo dijo que tenía muchos candados y cerraduras con llaves en su local por eso lo grande de su llavero. Lo miré y sólo afirmé con la cabeza.
El señor sacó el libro y lo sacudió después de cerrar la ventana e introducir la llave dando varias vueltas. Jaja rió  al mirar mi cara, lo hago para que no se escapen las cosas que  allí tengo. Me asusté, entonces las cosas que él tiene allí  hablan y se mueven pensé.  ¿Es cierto? Jaja, nuevamente él  sonrió, ¿te gustan las intrigas? ¿Por qué?,  pregunté. Obvio,  es el título del libro que quieres llevar ¿no? Oh, sí,  me gusta resolver intrigas,  exclamé  sin pensar en lo que  decía, y eso me hizo sonrojar. Ni siquiera sabía el nombre del libro y tampoco sabía por qué lo quería comprar. Algo muy raro me estaba pasando, tal vez tenía fiebre.
El tendero fue tras el mostrador y terminó de limpiar muy bien la cubierta del libro. Qué extraño dijo, mirándolo, no sabía de este texto, ni recuerdo cuando lo puse en la vitrina, muy curioso, ¿no? debe de tener varios años allí, bueno la tienda era de mi padre y teníamos una señora que cada semana venía  a hacer el aseo de la tienda incluida la vidriera que mi padre abría y siempre me decía, no olvides  cerrar con llave Miguel, es muy importante cerrar con llave. Cosas de adultos mayores, claro que igual lo hago jajaja, ¿qué te parece? Y ¿ahora ya no viene la señora?, le pregunté con tímida voz. Por cierto, la verdad es que hace un año que no viene, ¿qué le habrá pasado?, pues estoy tan ocupado que no me había dado cuenta. Gracias por recordármelo niña. Tendré que poner un aviso para que alguien venga a  sacudir los libros y las cosas ¿no te parece? Afirmé con la cabeza. 
¿Cuánto cuesta el libro, pregunté? Déjame ver... humm...  unos tres mil pesos, pero para ti, será gratis. ¿Cómo?, exclamé. Me caes muy bien, haremos un trato, te lo llevas y lo lees, si te gusta lo pagas y sino lo devuelves, ¿estás de acuerdo?, pocos niños vienen a esta tienda, tú eres muy especial, de solo ver el título de este libro, me has dejado admirado. No quise  contarle que yo no había escogido ese libro sino todo lo contrario, el libro me había escogido a mí.
Bueno,  dame tu nombre para anotarlo en mi cuaderno de libros prestados. ¿Usted presta libros?, pregunté. Ah, pocas veces a los amigos nada más, vendo otras cosas  como lámparas y muebles antiguos, algunas joyas, espejos, en fin todo lo que ves aquí, los libros no son muchos y prácticamente muy antiguos, por eso me has llamado la atención... ¿tu nombre?    Sara, respondí.  Ah para otra vez te puedo prestar la Biblia, don Quijote de la Mancha, el Mío Cid etc. Y tengo una colección de cuentos maravillosos que te pueden interesar. Ya los leí, contesté al ver su colección de libros infantiles. Oh, pero realmente eres una buena lectora ¿no?, sabes que me has caído muy bien, estoy maravillado de conocerte, exclamó con una gran sonrisa.  Umm parece que este señor está un poco chiflado, pensé mirándolo de reojo, mejor me voy de aquí.
Pero él al ver que me iba, me detuvo. ¡Espera Sara!, quiero pedirte que vengas cuando quieras, siéntete como si los libros fueran tuyos, al fin dijo, moviendo sus brazos en un afán de mostrarme todo el lugar, y en especial, los libros que allí tenía.
Muchas gracias, señor, le musité con vergüenza, mi timidez no me dejaba tranquila. No olvides el libro repitió, cuando quieras regresa, buscaré otros libros de tu interés. Adiós, amiguita.
No sé porqué, cuando me volví a mirarlo, él estaba de espaldas y creo que  vi una enorme cola que le salía por debajo de su chaqueta como si fuera  la cola de una rata. Me restregué los ojos con horror,  y miré de nuevo, pero el señor estaba de frente y me saludaba con su mano. Guau, no lo puedo creer, ¿estoy soñando y viendo visiones?
Caminé con prisa hacia mi casa con  la duda en mi mente, ¿por qué ese señor fue tan amable?,  poco faltó para que me regalara el libro, ¿quién será?, nunca me había detenido en su vidriera, esto es algo muy extraño, creo que  si le cuento a mis padres me harán venir a devolver el libro, mejor me espero un tiempo.
Esa tarde en mi cuarto se me ocurrió ver el libro, era curioso juraría que el libro me habló antes de entrar a ese bazar, lo miré de todos los ángulos, se veía muy antiguo, su portada  de cuero gastado y  con algunas áreas sin color. ¿Por qué se me ocurrió pedir este libro? No podía entender qué me había pasado, aunque el título era muy curioso, “El libro de las Intrigas”, obvio que deben ser historias extrañas, de dudas y problemas de enredos , traiciones, trampas, en fin, confabulaciones, me dije, mientras me disponía a  abrir su primera página, escuché la voz de mi madre que me llamaba a comer.
Lo dejé sobre mi escritorio y bajé.

viernes, 1 de abril de 2016

LAS MANTARRAYAS



La mantarraya se alza fuera de su elemento,
vuela en el aire marino embriagada de sal.
Por breves minutos es  ave, una osada gaviota
enfila el ascenso hacia el horizonte.

Con su capa negra  y blanca revolotea  las olas,
en un magistral ballet invita a sus  amigas.
Ahora todas danzan agitando sus aletas,
estirando sus  largas colas en majestuosa complacencia.

Es un ritual que a cierta hora del día
las hace volar introduciéndose en el mundo
de arriba, aguantando  el viento que las rodea,
saltan alrededor de siete metros,
en una elegante muestra de acrobacia.

Las mantarrayas con su cuerpo plano
y largas aletas triangulares parecen  pájaros
finamente  batiendo sus alas.
Se mantienen flotando en línea recta
por mucho tiempo, tal vez pensando
en su próxima exhibición aérea.

Las mantarrayas filtran su alimento
mientras navegan apacibles por el fondo marino.
Excelentes nadadoras, no soportan el cautiverio,
es un enigma que las envuelve
y las hace,

las más fascinantes criaturas acuáticas.